Cada vez son más los dirigentes y sectores del movimiento político que buscan forzar una renovación interna y ponerle limites a Máximo Kirchner .Sugieren que debería dar un paso al costado y retirarse a Santa Cruz .
La resistencia a Máximo Kirchner dentro del peronismo bonaerense atraviesa momentos más visibles de descontento desde que el diputado asumió la conducción del PJ provincial. La tensión, que se arrastra desde la derrota electoral y la disputa por la estrategia opositora, hoy se expresa en una constelación de dirigentes y sectores que reclaman ponerle límites a su liderazgo y forzar una renovación interna.
Entre los referentes que más abiertamente cuestionan a Máximo se encuentra Luis D’Elía, quien lo acusa de boicotear la gestión de Axel Kicillof al bloquear el presupuesto bonaerense y empujar a la provincia a un escenario de asfixia financiera. También lo responsabiliza por “deshonrar la memoria” de Néstor Kirchner y por mantener actitudes que, según su visión, terminan siendo funcionales al gobierno de Javier Milei. Para D’Elía, si el peronismo quiere sobrevivir, Máximo debería dar un paso al costado y retirarse a Santa Cruz.
Las tensiones alcanzan también al propio Axel Kicillof, convertido en el centro de la disputa tras la derrota electoral. Aunque el gobernador evita confrontar de manera explícita, en su entorno señalan que Máximo actúa como un freno para la renovación partidaria y que prioriza lealtades familiares por sobre las necesidades de unidad. Desde el kirchnerismo responden que los adeptos de Kicillof “se esconden en las malas” y promueve internas encubiertas que debilitan al PJ.
Hasta un ex camporista como Andrés «El Cuervo» Larroque, hoy funcionario de Kicillof, en el pasado reciente criticó la condición «por WhatsApp» de Máximo.
Y entre los intendentes del Conurbano, los más críticos son Jorge Ferraresi y Fernando Gray. El último se opuso en solitario, en su momento, a que el hijo de los dos ex presidentes asumiera la presidencia del PJ bonaerense.
También irrumpió en la disputa Ricardo Quintela, gobernador de La Rioja, quien respondió directamente a Máximo Kirchner al desmentir que intendentes o ministros de Kicillof hubieran juntado avales para apoyar su lista interna del PJ. Quintela acusó al hijo de Cristina Kirchner de involucrar al gobernador bonaerense sin pruebas y sostuvo que jamás se reunió con funcionarios provinciales de Buenos Aires para esa campaña interna. Esa respuesta se suma al frente de cuestionamientos que buscan redefinir la conducción partidaria.
Otra figura que se sumó al malestar es Hilda “Chiche” Duhalde, quien cuestionó el rol de Máximo en la conducción y denunció la falta de coraje de la dirigencia para enfrentar la crisis interna. Para ella, el partido está atrapado en una lógica hereditaria que bloquea la democracia interna y posterga una renovación urgente.
Este clima de creciente rebeldía tuvo su expresión más visible cuando la sede del PJ bonaerense amaneció empapelada con afiches anónimos que apuntaban directamente en contra de Máximo Kirchner : “El PJ no es tu monarquía”, “Basta de herederos y bendecidos”, “Devuelvan el PJ a los peronistas”. La acción fue atribuida a sectores disidentes que reclaman elecciones internas y desconfían de la conducción kirchnerista.
Es así que Máximo es considerado como uno de los responsables de la derrota de Unión por la Patria y del bloqueo de debates internos. Para ellos, el PJ se transformó en un “juguete personal” y necesita recuperar representatividad real.
En este contexto, Máximo Kirchner enfrenta la mayor resistencia desde que tomó el control del PJ bonaerense. Ya no se trata solo de adversarios ideológicos, sino de peronistas que piden volver a una conducción colectiva.

