Brooks destaca dos aspectos en particular. En primer lugar que “cuando todo el polvo se asiente” el reciente episodio de fuga probablemente tenga consecuencias peores que el de 2019. “No lo sabemos con seguridad, porque no temenos los datos de octubre, pero es altamente probable”, afirma.
El segundo aspecto que destaca es que si se hubiera dejado flotar el peso antes de la elección, la fuga de capitales se hubiera detenido, porque no hubiera habido devaluación por delante de las cual las familias se quisieran cubrir.
Por eso, afirma, “la fuga de capitales es así una consecuencia directa de la decisión de pegarse al dólar por razones políticas”.
El economista reconoce que hay una “obvia pregunta” acerca de cuán bien sus cálculos de fuga se corresponden con los datos de fuga de los informes trimestrales de balanza de pagos.

